Te presento a Julia, aunque todo el mundo la conoce como Julieta….
A sus 33 años acaba de confesar que necesita un cambio en su vida. Hacía tiempo que le rondaba por la cabeza la idea de cambiar de aires, irse a otro país y apostar por lo que realmente le hacía feliz en donde nadie le dijera cómo tenía que hacerlo.
Una soleada mañana de septiembre, después de dar 150 vueltas en la cama pensando y repensando, imaginando y soñando cómo podría ser su vida ideal… decidió que iría a Londres. No sería la primera vez que Julieta pisaría esta ciudad.
Cuando Julieta cumplió los 18 no sabía cuál era el rumbo que debía tomar su vida y decidió darse un tiempo y pensar. Aunque era la primera vez que volaba del nido familiar, no se le hizo dura la nueva vida al otro lado del charco en donde se hablaba una lengua que para nada era como a ella se la habían enseñado. Trabajó de camarera en varios restaurantes, aprendió inglés e hizo buenas amistades. El problema es que después de dos años por las inglaterras, cumplió los 20 y todavía no había decidido qué haría con su vida.
Qué horror la indecisión de Julieta, cuántas noches sin dormir, comeduras de tarro y discusiones con los suyos…
Sin embargo, abrumada ella misma por la decisión tan firme de aquella mañana de septiembre, algo le decía que aquel paso que estaba a punto de dar lo recordaría toda la vida.
Hizo las maletas y se fue. Por supuesto no olvidó sus hunters y su paraguas, pues ya sabía que el tiempo en Inglaterra puede ser de todos los colores a lo largo del mismo día…
Cuando llegó a Heathrow llamó a su amiga Vicky, aquella con la que tan buenos momentos había compartido cuando viajó a Londres primera vez . Vicky y Julieta habían sido buenas amigas, amigas de verdad… todavía mantenían el contacto aunque las últimas semanas Vicky había estado más ausente…
Julieta le llamó una, dos y tres veces… pero ésta no respondía… qué extraño…!
Ella es Victoria, aunque todos la conocen como Vicky.
De
normal vive en Londres y regenta un pequeño café francés… sí, francés. Vicky es
de esas mujeres tan enamorada de La France, París, los cuadros Vichy y Amelie,
que es capaz de enamorarse del hombre más feo del mundo sólo porque habla
francés. Se puede decir que era feliz en su pequeño café pero…. A Vicky le
faltaba algo.
Un día, un hombre no muy alto, con pelo desaliñado, gafas y
con una guitarra a sus espaldas aparcó la bicicleta y entró en el café de
Vicky. Fue verlo y acelerarse el corazón “es Francés seguro” se dijo así misma,
retocándose la melena y mordiéndose el labio inferior.
Respiró hondo y se
acercó decidida al supuesto francés
“Bonjour, qu'est ce que vous voulez?”
y a partir de allí surgió un amor
de lo más apasionado.
Tras unos meses de revolotear la pareja a caballo entre sus
dos ciudades, Vicky empezó a necesitar afianzar su relación.
Una soleada mañana de septiembre, después de dar 150 vueltas
en la cama pensando y repensando, imaginando y soñando cómo podría ser su vida
en París… decidió que dejaría Londres para afianzar su relación en la ciudad
que siempre tanto le había apasionado.
Esa mañana colgó el cartel de “cerrado por vacaciones
indefinidas” en su pequeño café, hizo las maletas y se presentó en la ciudad
del amor. Más exactamente en la casa de Lionel (que así se llamaba el francés).
Sin embargo, la dirección que éste le había dado no había
manera de encontrarla… Vicky no se lo
podía creer…¿le había estado engañando Lionel durante estos meses…? Necesitaba
hablar con alguien…. quizás con…
“Si?”
“Julieta…”
“Vicky!!!???”
“¡¡qué alegría oírte!!” dijeron las dos amigas a la vez… una soleada mañana de septiembre.