Después de mucho dudar, un día, por fin, tras un cruce de
miradas se decidió a parar en la misma rama de aquel mismo ciruelo.
“Buenas tardes periquita”
Ella tímida donde las hubiera, apenas levantó los ojos de su
labor y respondió.
“Buenas tardes Don Pío”
“¿me conoces?” Se
sorprendió el joven pájaro, el cual se había percatado de que aquella periquita
no sólo tenía un bello plumaje sino que también su carita y pico eran de lo más
sensual.
“Bueno…, sí … si que te conozco… mi prima Lola la Lora me ha
hablado mucho de ti”
Así es, Lola la Lora conocía a
Don Pío muy bien. Ella trabajaba en el
mercado y Don Pío todos los jueves iba a por su media docena de uva blanca.
Ella siempre le hablaba de su prima Pepa la Periquita, le contaba que era muy
guapa, dulce y delicada, muy trabajadora y que bordaba como ninguna otra pájara
del pueblo y sin necesidad de bastidor. Don Pío de tanto oír hablar de Pepa la Periquita,
se había hecho una ilusión tan tan grande, que decidió no salir con ninguna otra
pájara hasta no conseguir una cita con Pepa, la prima de Lola la Lora.
Consiguió su número de teléfono, pero ésta siempre le daba calabazas, menos mal
que Don Pío era tozudo como ninguno en el pueblo e insistía una y otra vez… y
siempre con la misma ilusión.
“Lo siento Don Pío, hoy debo terminar de bordar 3 pañuelos para mi vecina que se casa…”
“Lo siento pero hoy tengo dolor de alas….”
“Lo siento pero debo cuidar de mi hermanito pequeño…”
Así eran las escusas que ponía Pepa la Periquita cada vez
que Don Pío le invitaba a pasear.
Pero Don Pío empezó a sumirse en una profunda duda… no comía
y no dormía… y hasta dejó de ir los jueves al mercado. En el pueblo decían las
vecinas que el corazón de Don Pío estaba partido…. Y él sabía que era verdad:
por un lado, soñaba con conocer a Pepa la Periquita… y por otro, le encantaba aquella
bonita periquita de bello plumaje blanco que bordaba en la rama del ciruelo.
Una tarde a mediados de octubre, cuando todavía olía a
pimientos asados por las calles del pueblo, Don Pío no pudo aguantar más. Justo
cuando pasaba por los ciruelos del Paseo del Cierzo, se dio cuenta de que la
pajarita de bello plumaje levantó la cabeza de su labor y sus miradas se
cruzaron.
Tan penetrante fue aquel instante que pareció que el tiempo
se quedó helado…
Y cuando el tiempo se desheló, el pájaro tuvo que hacer un
pequeño revoloteo porque casi cae en picado del frenazo que pegó, retrocediendo un par de medios metros hasta posarse en la rama del ciruelo.
“Buenas tardes periquita”
Tímida donde las hubiera, la periquita del ciruelo apenas
levantó los ojos de su labor y respondió sonrojada.
“Buenas tardes Don Pío”
“¿¿¿me conoces???” Se
sorprendió el joven pájaro, mientras observaba impresionado lo bonita que era al mirarla de cerca.
“Bueno…, sí … si que te conozco… mi prima Lola la Lora me ha
hablado mucho de ti.”
“No puede ser!!!, eres Pepa???
“Si.. Don Pío, soy yo…”
“No puede ser!!!… eres Pepa la Periquita la prima de Lola la
Lora, la misma que vende uvas blancas en el mercado?”
“Sí.. Sí Don Pío, soy yo…”
“Pero yo… yo necesitaba conocerte Pepa… he soñado contigo
cada noche durante 9 meses, desde el primer día que oí hablar de ti!!!”
“Lo siento…”
“Te he querido sin verte, te he besado en mis sueños
sabiendo que serías la más bella del paseo, y me enamoré de tu voz a pesar de
oir sólo calabazas…”
“Lo siento de verdad Don Pío…”
“Pepa, yo… yo… no he
podido esperar más… me enamoró tu plumaje y tu belleza desde lo alto… no
aguantaba más y la curiosidad por conocerte me ha obligado a parar”
“…siento tanto la espera don Pio… lo siento de verdad ...pero
es que…”
“No hay peros, manzanos ni ciruelos Pepa Periquita. ¿Tú me
quieres?”
“Si Don Pío, yo te quiero…”- y Pepa rompió a llorar de la
emoción- “te quiero desde el primer día que mi prima me dijo que un pájaro fue
un jueves al mercado a comprar media docena de uvas… hace 9 meses ya… sí que te quiero… y lo siento Don Pío… me podrás perdonar?” – se disculpaba la pajarita con lágrimas
en los ojos.
“Pues claro Pepa!!! ¿Cómo no te voy a perdonar? Entonces… me
concedes un paseo hasta el Pirulí Azul del Parque de los Aromas? dicen que allí
huele a tomillo, a lavanda y a romero, dicen que desde allí se ven muy bien las
estrellas y que siempre parece primavera.”
“Pues claro Don Pío, me muero por ese paseo…”
Y los dos pajaritos locamente enamorados juntaron sus alas y
volaron hasta el Parque de los Aromas donde siempre parecía primavera.
… y fue tan bello aquel momento que la única forma de
detenerlo… fue el silencio…