No es el más alto, ni el más salvaje. Pero sí el más verde.
Así es el Pirineo Navarro: mimado siempre por las nubes y las borrascas, ofrece una magnífica estampa de frondosos hayedos, robledales y prados en los que pastan ovejas y caballos a los que, seguro, nunca les faltará la hierba.
Así es el Pirineo Navarro: mimado siempre por las nubes y las borrascas, ofrece una magnífica estampa de frondosos hayedos, robledales y prados en los que pastan ovejas y caballos a los que, seguro, nunca les faltará la hierba.
El valle de Baztán, en el noroeste navarro, es un valle tranquilo, noble y misterioso. Paradigma de la exuberancia pirenaica, es una tierra que encuentra en la tradición, la historia, la naturaleza y el euskera, sus frutos más preciados.
Quizás sea el rincón más mágico de todo el Pirineo Navarro. De color esmeralda, salpicado de bellos pueblos, palacios y caseríos, bosques y regatas, siempre al abrigo de enormes montañas que, en su día, cobijaron a las brujas que, entre la leyenda y la realidad, han conferido fama mundial al valle.